El 19 de agosto de 2014, Steve Ballmer, empresario y ex director ejecutivo de la empresa informática Microsoft Corporation, anunció que dejaba su cargo después de 34 años trabajando para la compañía. Ballmer dio un último y emotivo discurso de despedida a los trabajadores de Microsoft, queriendo dar las gracias a todas las personas que habían estado esperando para verle hablar. Leer más »
Una de las habilidades más valiosas hoy en día es la de hablar en público. Tanto de cara a hacer presentaciones como incluso en el trato cara a cara, en el ámbito profesional y en el personal, una buena formación en esta temática es muy valiosa.
Por supuesto, hay cantidades de formación especializada en oratoria, tanto presencial como online. En este último caso, hay auténticos expertos en la materia, como por ejemplo José María Palomares o Gonzalo Álvarez, experto en presentaciones. Ambos tienen un curso en Planeta Hipermedia y ofrecen la posibilidad al lector de formarse mientras se divierte. Además, este agosto cuentan con un 20% de descuento.
En unos meses hará cuatro años que falleció Steve Jobs y, aún hoy, seguimos recibiendo enseñanzas de quien sin duda fue una de las mentes más privilegiadas del siglo XX-XXI. En esta ocasión, son fragmentos de una entrevista que rescató un documental de la PBS y en la que el fundador de Apple desvela “el secreto de la vida”:
“Cuando creces, suelen decirte que el mundo es como es y que tu vida es sólo una vida dentro de este mundo. Trata de no hacer mucho ruido, de tener una buena familia, de divertirte, ahorrar algo de dinero. Esa es una vida muy limitada. La vida puede ser mucho más amplia cuando descubres un hecho muy simple: todo lo que está a tu alrededor y que llamas vida fue creado por gente que no era más lista que tú. Y tú puedes cambiarlo, puedes influir, puedes construir cosas que otras personas pueden utilizar. Una vez aprendas esto, no volverás a ser el mismo”.
¿Y sobre el fracaso? ¿Qué opinaba el fundador de la compañía más famosa del mundo?
“La mayoría de la gente nunca levanta el teléfono, nunca pregunta. Y eso es lo que separa, a veces, a la gente que hace cosas de la gente que sólo las sueña. Tienes que actuar. Y tienes que estar dispuesto a fracasar. Si tienes miedo de fracasar, no llegarás muy lejos”.
Hablamos continuamente de ello. No sólo ha cambiado en los últimos años la forma en la que reservamos en nuestro restaurante favorito para comer, o la forma en la que aprendemos sobre lo que más nos gusta. Incluso los cuentos que los más pequeños de la casa leen han sufrido una evolución y se han convertido en hipermedia.
Hasta la forma de almacenar nuestros archivos ha avanzado. Los álbumes clásicos de fotografías han dado paso a carpetas en discos duros. O, mejor aún, en la nube. Ni siquiera los tenemos físicamente encima, sino que accedemos a ellos cuando queremos, desde donde queremos.
Un síntoma de esta evolución podría ser el precio de almacenar nuestros archivos en la nube, y la significativa reducción que ha sufrido. Por ejemplo: en 1960 almacenar 1GB de archivos costaba ¡10 millones de dólares! En 2010, esta cifra pasaba a ser de 9 céntimos de dólar. Y en 2015: gratis.
No hay duda de que ese “futuro” del que tanto hemos oído hablar ya no está tan lejano. Es nuestro presente. Vemos la televisión mientras comentamos el programa con desconocidos a través de Twitter, nos hemos convertido en nuestra propia agencia de viajes, antes de ir a un restaurante buscamos opiniones por internet, hacemos los cursos que queremos y cuando queremos desde nuestro iPad… Definitivamente todo ha cambiado.
Piénsalo: ¿cuándo fue la última vez que te compraste una cámara de fotos digital? Probablemente hace ya un tiempo, años seguramente. ¿Para qué? Ahora llevamos una cámara de la misma (o incluso mejor) calidad que las cámaras compactas en el bolsillo con la que además llamamos, nos ‘whatsappeamos’ con nuestros amigos y nos organizamos la agenda.
Esta reflexión es la que confirma este gráfico que hemos encontrado en el Twitter de José María Álvarez-Pallete:
No es que vayan a cambiar las cosas. Es que ya han cambiado. Y lo que nos queda por ver…
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