Hablamos continuamente de ello. No sólo ha cambiado en los últimos años la forma en la que reservamos en nuestro restaurante favorito para comer, o la forma en la que aprendemos sobre lo que más nos gusta. Incluso los cuentos que los más pequeños de la casa leen han sufrido una evolución y se han convertido en hipermedia.
Hasta la forma de almacenar nuestros archivos ha avanzado. Los álbumes clásicos de fotografías han dado paso a carpetas en discos duros. O, mejor aún, en la nube. Ni siquiera los tenemos físicamente encima, sino que accedemos a ellos cuando queremos, desde donde queremos.
Un síntoma de esta evolución podría ser el precio de almacenar nuestros archivos en la nube, y la significativa reducción que ha sufrido. Por ejemplo: en 1960 almacenar 1GB de archivos costaba ¡10 millones de dólares! En 2010, esta cifra pasaba a ser de 9 céntimos de dólar. Y en 2015: gratis.
Y para muestra un botón. Presta atención a esta fotografía de la sala de archivo del FBI en 1944.