He llegado más convencido que nunca de que nuestro futuro como generadores de contenidos se juega en América y específicamente en los Estados Unidos. La población hispana alcanza ya los 47 millones de almas, eminentemente jóvenes y con una edad media en torno a los 26 años, lo que los convierte «de facto» en los consumidores más atractivos para todo tipo de marcas, productos y servicios. Como dato anecdótico, se espera que en el año 2050 uno de cada tres estadounidenses será hispano o descendiente de hispanos.
Los hispanos son, en esencia, un mercado dentro de un mercado. Allí, se dan cita todas las posibles combinaciones existentes de latinos. Toda la amalgama de sabores, ritmos y acentos que componen nuestra cultura están presentes y marcan el son de lo que ser latino significa hoy en los Estados Unidos de América.
Univisión, Telemundo o Azteca América son las grandes cadenas hispanas que operan en este mercado y éstas ya no se limitan a importar su contenido desde sus lugares de origen (México y Puerto Rico) sino que producen contenido propio, hecho específicamente para responder a la demanda de un nuevo público que ya no es lo que era cuando salió de su país de origen. Hoy, esta población ni es de aquí ni es de allá. Añádanle a esto un amplio acceso a la televisión satelital o al cable y tendrán como resultado unos emigrantes en contacto directo y permanente con su idioma y sus respectivas madres patrias.
Dicen que la gastronomía es lo que más se echa de menos cuando uno está fuera y, por experiencia, les cuento que esto es tan real como la vida misma. Cuando llegué a USA a finales de 1994, conseguir chorizo era algo simplemente imposible. Uno debía tirar del tristísimo pepperoni y pagar después con un persistente ardor de estómago y todo por un triste sucedáneo. Hoy, todo eso es parte del pasado. Jamón, chorizo, tapas, bandeja paisa, paella, tacos, cortes de carne argentinos, arepas venezolanas, arroz con gandules, toda clase de vinos, aceite de oliva… servidos en restaurantes o supermercados en gran parte de los Estados Unidos. De hecho, y gracias a la influencia mexicana diría que hoy se come más chile (picante) en USA que en España.
Pero, si algo ha cambiado definitivamente las reglas del juego al ofrecer desde videoconferencias gratuitas a chat pasando por correo electrónico o redes sociales, ése algo es Internet. Uno nunca se había sentido más cerca de su país a pesar de estar a miles de kilómetros de distancia como en la actualidad. Haciendo que uno no se sienta tan lejos. Y esto, a su vez, ha permitido que se desarrolle un mercado en español en un mercado que habla inglés. La cercanía permite su desarrollo. Porque el idioma no cae en el olvido.
Si a esto le sumamos el peso que va tomando el aprendizaje de nuestro idioma en universidades estadounidenses donde se toma mayoritariamente por encima de idiomas como el francés, italiano o el alemán, la oportunidad de crear contenido de calidad en español para ese mercado son claras. Permítanme soñar, pero creo posible que empresas españolas puedan desembarcar en Estados Unidos y hacer negocios. Hoy por hoy, generamos el 50% del contenido digital mundial en español, Estados Unidos ya produce un 15%. Algún día, USA será bilingüe y para entonces, habrá que haber tomado posiciones para crecer en este atractivo mercado.
La oportunidad reside en la carencia de, por un lado, contenido de divulgación de calidad y, por otro, en la ausencia momentánea de empresas capaces de crear plataformas y contenido al mismo tiempo. Nosotros Contamos Con Ambas Cosas. Me gustaría pensar que si somos capaces de mejorar la calidad de nuestro producto final podríamos pensar, en algún día no muy lejano, abrir una oficina en Miami y comenzar así a trabajar para el que será, sin lugar a dudas, el mercado más importante y dinámico del mundo en la generación de contenidos en español. A mí me encantan las palmeras y, desde luego, me apetece un montón el plan de ir a trabajar en bermudas. Así que centrémonos en mejorar la calidad de lo que hacemos y permitámonos soñar: ¿Alguien se apunta?